Haití lleva años enfrentando una interminable crisis política y humanitaria, y la situación ha empeorado aún más recientemente. La semana pasada, el Primer Ministro interino Ariel Henry fue blanco de un ataque policial encubierto cuando regresaba de una cumbre regional. Además, los manifestantes, muchos de ellos disfrazados de policías, invadieron el aeropuerto de la capital, Puerto Príncipe, para esperarlo.

El sindicato de la policía haitiana ha informado que 15 agentes han sido asesinados por presuntos pandilleros en las últimas dos semanas, y muchos agentes están enojados por la falta de ayuda del gobierno. Algunos incluso creen que Henry está aliado con las pandillas, lo que aumenta aún más la tensión entre las fuerzas de seguridad y el gobierno.

La situación política en Haití es sombría. Henry fue nombrado primer ministro por el presidente Jovenel Moïse, pero Moïse fue asesinado dos días después, antes incluso de que Henry asumiera el cargo. No ha habido ningún Parlamento en funcionamiento desde 2015, lo que hace imposible confirmar constitucionalmente a Henry en el cargo. Las elecciones generales y presidenciales previstas para noviembre de 2021 no se celebraron porque Henry disolvió el comité electoral alegando parcialidad.

Por todas estas razones, muchos haitianos consideran a Henry un gobernante ilegítimo. Hay sospechas de que su ascenso al poder y el asesinato de Moïse implicaron una injerencia extranjera. En medio de esta crisis política y humanitaria, el pueblo haitiano sufre diariamente la falta de servicios básicos y un aumento de la violencia.

La crisis política y humanitaria en Haití ha persistido durante años y la situación ha empeorado. Recientemente, policías vestidos de civil atacaron la casa del Primer Ministro interino Ariel Henry, y manifestantes, muchos de los cuales disfrazados de policías, invadieron el aeropuerto de la capital, Puerto Príncipe, para esperarlo. La policía acusa a Henry de no ayudarlos, y el sindicato de policías haitianos ha informado que presuntos pandilleros han matado a 15 agentes de policía en las últimas dos semanas. Desde que Henry asumió el cargo en julio de 2021, 78 agentes de seguridad han sido asesinados.

Ariel Henry fue nombrado primer ministro por el presidente Jovenel Moïse, asesinado apenas dos días después. No existe ningún Parlamento que pueda confirmar constitucionalmente a Henry en el cargo, ya que los haitianos no han elegido uno desde 2015. Además, las elecciones generales y presidenciales de noviembre de 2021 no se llevaron a cabo porque Henry disolvió el comité electoral por acusaciones de parcialidad. Por esta razón, muchos haitianos lo consideran un gobernante ilegítimo y sospechan de maquinaciones extranjeras detrás de su ascenso al poder, así como del asesinato de Moïse.

Henry ha pedido ayuda a la ONU y a países amigos para combatir a las pandillas, pero las posibilidades de éxito son dudosas y nadie quiere asumir la responsabilidad. La resistencia interna también es significativa, ya que la oposición política y gran parte de la población haitiana rechazan cualquier nueva intervención. Las experiencias anteriores con operaciones de la ONU fueron desastrosas, con acciones brutales contra miembros de la oposición, violaciones de residentes y participación en la explotación sexual de menores. Tras el terremoto de 2010, los cascos azules de la MINUSTAH trajeron el cólera, que afectó a más de 500.000 personas y provocó hasta 10.000 muertes.

Incluso si fuera posible repeler a las pandillas y proteger la infraestructura crítica, esta no sería una solución permanente. Es necesario abordar seriamente la situación política y humanitaria de Haití y se necesita una solución política para restaurar la estabilidad y la seguridad en el país.

En resumen, la crisis política y humanitaria en Haití sigue estancada y la población enfrenta violencia e inestabilidad cotidianas. Aunque hay llamados internacionales a una intervención militar para combatir a las pandillas, la resistencia interna y las preocupaciones sobre la legitimidad de tal intervención hacen que su implementación sea dudosa. Mientras tanto, la falta de un proceso político justo y transparente impide la posibilidad de elecciones democráticas y un liderazgo gubernamental legítimo para el país. La situación sigue siendo sombría para el pueblo haitiano, que sigue sufriendo las consecuencias de la inestabilidad política y la violencia mientras espera una solución duradera a sus problemas.