Cultura
El ileísmo, qué es y cómo el método está volviendo a la palestra
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No existe un registro claro de cómo surgió el uso del ileísmo en el lenguaje. Sin embargo, la práctica de hablar de uno mismo en tercera persona es algo que se ha observado en diferentes culturas y épocas, desde la Antigua Grecia hasta la China medieval.
Algunas hipótesis sugieren que el uso del ileísmo puede estar relacionado con la búsqueda de objetividad o imparcialidad al referirse a uno mismo. Usar la tercera persona puede darte una sensación de desapego de tus propios pensamientos y emociones, lo que puede ayudarte a tomar decisiones más sabias y racionales.
Otra posibilidad es que el ileísmo sea una estrategia retórica utilizada para crear un efecto de autoridad o importancia. Al hablar de ti mismo en tercera persona, puedes transmitir la idea de que eres alguien digno de atención y respeto.
Independientemente de su origen exacto, lo cierto es que el ileísmo ha sido estudiado en varias áreas, incluidas la psicología, la lingüística y la comunicación, y se ha asociado con beneficios cognitivos y emocionales.
Como escritor de psicología, he encontrado muchas estrategias para pensar mejor, pero ninguna me ha resultado tan útil como el ileísmo. Esta práctica consiste en hablar de uno mismo en tercera persona, en lugar de en primera, y puede parecer pomposa o incluso tonta, pero estudios recientes demuestran que puede aportar beneficios cognitivos concretos.
La idea del ileísmo se basa en cómo nuestras emociones pueden sesgar nuestro pensamiento en situaciones difíciles, impidiéndonos tomar decisiones acertadas. Al hablar de nosotros mismos en tercera persona, podemos distanciarnos emocionalmente del problema y ver la situación con mayor claridad, lo que nos permite encontrar una solución más sabia.
Esta práctica puede resultar especialmente útil en situaciones personales en las que nuestras emociones pueden impedirnos evaluar nuestras decisiones de forma objetiva. Cuando estamos inmersos en nuestras emociones, es difícil poner nuestros problemas en perspectiva. El ileísmo, sin embargo, nos permite analizar la situación como si estuviéramos hablando de otra persona, no de nosotros mismos, ayudándonos a neutralizar nuestras emociones.
Estudios recientes muestran que el uso regular del ileísmo puede aportar beneficios duraderos a nuestro pensamiento. En un experimento, se pidió a los participantes que llevaran un diario durante un mes, describiendo las situaciones que estaban experimentando en ese momento. A la mitad del grupo se le pidió que escribiera en tercera persona, mientras que a la otra mitad se le pidió que escribiera en primera persona. Los investigadores descubrieron que durante todo el proceso, los participantes a los que se animó a utilizar el ileísmo en sus diarios vieron un aumento en sus puntuaciones de razonamiento sabio.
Además, el ileísmo puede ayudarnos a llegar a respuestas más equilibradas al estrés diario. Las personas que completaron el diario en tercera persona informaron más emociones positivas después de eventos desafiantes, en lugar de centrarse únicamente en sentimientos como tristeza, frustración o decepción.
En conclusión, el ileísmo puede parecer extraño o incluso tonto, pero los estudios demuestran que esta práctica puede aportar beneficios cognitivos concretos. Al hablar de uno mismo en tercera persona, podemos distanciarnos emocionalmente del problema y ver la situación con mayor claridad, lo que nos permite encontrar una solución más sabia. Al practicar el ileísmo con regularidad, podemos desarrollar habilidades de razonamiento sabio y duradero y mejorar nuestra calidad de vida.